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Desde hace miles de años nuestros cultivos tienen el mejor control de plagas de roedores que existe en la naturaleza, gratuito y sin efectos colaterales en el suelo y las aguas
No hace falta mencionar que para la gran mayoría de la población, incluso la que vive en zonas rurales, los reptiles son unos grandes desconocidos, aunque alguno crea que sabe más que los demás, de nada sirve si los conocimientos se han obtenido a costa de oír los comentarios de otras personas sin indagar en la fuente misma de la que queremos aprender.
Este es el caso de todos los reptiles serpentiformes que podemos encontrar en nuestros campos, bosques y jardines, no todos son lo que parecen ni resultan tan peligrosos como se cuenta.
Para facilitar la enumeración voy a comenzar por un animal muy fácil de encontrar en los prados del norte de España como es el lución, que junto con el eslizón, se trata de un lagarto que por evolución en su modo de vida ha perdido las patas y tiene por tanto forma de serpiente, nombre genérico con el que se denomina al suborden de los ofidios. Esto es demostrable en que tienen párpados, una piel brillante, no tiene veneno y como detalle inconfundible, al ser molestado pierde la cola que después vuelve a crecerle pero en menor longitud, por tanto, el lución y el eslizón son lagartos.
En España y en casi toda Europa excepto en algunos países del este, lo que vamos a encontrarnos son dos grupos principales de ofidios, que son las comúnmente llamados culebras y víboras. Su distinción es importante saberla pero también que ambas son inofensivas en determinadas circunstancias.
Las principales características físicas que hacen inconfundibles ambos grupos son: el tamaño de las escamas de la cabeza, el tamaño de la cola, el del individuo y el grosor del cuerpo. Tienen muy fácil identificación en un vistazo rápido de uno o dos segundos que será probablemente el tiempo que podamos observar a estos huidizos animales.
Los animales más desconocidos pueden ser los más beneficiosos
Lo primero que se debe saber es que algunas culebras de pequeños tamaño quieren parecerse a las víboras para disuadir a sus enemigos de ser comidas, para ello imitarán su forma de moverse y el dibujo de su dorso, pero conociendo los anteriores detalles será imposible que nos engañen a nosotros.
Las escamas de la cabeza de la culebra son grandes, a modo de escudos, su cuerpo es delgado y longilíneo gracias a que su cola también es delgada y larga, independientemente de que el animal sea de una especie de 70 o 150 cm, sin embargo su comportamiento es más violento y fácilmente pueden lanzarse a su oponente con la boca cerrada para marcar distancias, no disponen de veneno y deben ser más activas para poder comer.
En las víboras las escamas de la cabeza son pequeñas tanto como las del resto del cuerpo, que es llamativamente grueso, lo que aún se nota más porque su cola es delgada y corta, por lo tanto muestra un gran contraste, por otra parte poseen un veneno en unas bolsas de la cabeza que inoculan por medio de unos colmillos articulados y acanalados, sin embargo son animales bastante huidizos y muy pacíficos. Es necesario molestarlo mucho para que llegue a morder, a no ser que se le pise o atrape. Pero incluso en este caso hay que saber que su veneno es parecido al de las avispas pero más potente y tan solo es realmente peligroso para quien sea alérgico a sus componentes, provocando una simple hinchazón de la parte afectada en la mayoría de los casos, unos síntomas muy lejanos a la parálisis nerviosa general o la gangrenación de los tejidos que causan otras especies de los demás continentes.
Con estas sencillas diferencias evitaremos algún susto en nuestras excursiones de primavera y verano y especialmente no mataremos a un animal que de malo no tiene más que una fama injustificada ya que junto con las aves rapaces es uno de los mayores controladores biológicos de roedores en nuestras cosechas, una opción mucho mejor que llenar de bolsas de veneno o insecticidas los cultivos, más barato y menos contaminante para las aguas subterráneas que salen biodepuradas de nuestros grifos y el mismo suelo por filtración donde crecerá la cosecha del año siguiente.