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La participación y decisiones de Estados Unidos y China en la Conferencias de Naciones Unidas sobre Cambio Climático esta semana, serán claves para llegar a un acuerdo concreto en la lucha en esta materia. Se trata de la segunda y última semana de la conferencia que abrió hace justo una semana en la capital danesa, con el objetivo de materializar el documento que entrará en vigor tras la finalización del actual Protocolo de Kioto en diciembre de 2012. Las metas que se buscan son la reducción de las emisiones que causan el efecto invernadero en 25 a 40 por ciento en los países industrializados, así como en los países en desarrollo. También se pretende lograr el financiamiento y la transferencia tecnológica para la adaptación y mitigación en las naciones en desarrollo. En el escenario de la negociación sobre cambio climático se hace cada vez más evidente el peso del llamado G-2, conformado por Estados Unidos y China. El primero, que no forma parte del Protocolo de Kyoto pero sí de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y participó del Plan de Acción de Bali, es el referente de los países industrializados en este proceso. China participa de todos esos instrumentos como país en vías de desarrollo, y según esos acuerdos le corresponde recibir dinero de los países industrializados para adaptación y mitigación del cambio climático. Además, encabeza el Grupo en el que se le suman 77 países en vías de desarrollo, uno de los más fuertes en este proceso, que reúne economías emergentes, y cuyas decisiones influencian a otras partes de la negociación. En conjunto, Estados Unidos y China son los dos países que más emisiones de gases de efecto invernadero emiten, e inclusive el país asiático ya supera a la potencia estadunidense por muy escaso margen. Esos niveles hacen surgir la pregunta de quién debe pagar la lucha global contra el cambio climático, pues desde 1997 cuando el Protocolo de Kioto hizo las distinciones entre ricos y pobres, las cosas son muy diferentes. En la Conferencia de Copenhague hay algunas voces de países desarrollados que piden a las economías emergentes, principalmente China, India, Brasil, México, Indonesia y Sudáfrica, que asuman mayor compromiso debido a sus altas emisiones. "Si China financia el déficit a Estados Unidos, ¿cómo es que Estados Unidos tiene que financiar el cambio climático a China?", se ha escuchado en los pasillos de esta reunión. Tal es el ambiente cuando este lunes en Copenhague unos 46 ministros de Medio Ambiente se preparan a reunirse de manera informal, para conocer el estado de negociaciones. La víspera hubo reuniones, aunque no en la sede de la conferencia, el Bella Center, que permaneció cerrado, mientras algunos ministros seguían llegando a esta capital. Lo que está en la mesa de discusiones son dos borradores de resultados de la Conferencia, que abren las puertas a la continuación del Protocolo de Kioto al menos hasta 2020, pero sin cerrar la puerta a un nuevo documento. Se dejan opciones abiertas para que los industrializados decidan cuánto reducirán sus emisiones de gases de efecto invernadero (de entre 25 al 40 por ciento al año 2020), y que los países en vías de desarrollo presenten planes en ese mismo punto. En financiamiento a la lucha global contra el cambio climático, se ofrece que los industrializados aporten los costos de la mitigación y adaptación de los países en vías de desarrollo, o se cree un fondo por aportaciones sin los menos desarrollados. El miércoles 16 abrirá el segmento de Alto Nivel con la participación de 110 jefes de Estado o de Gobierno, y representantes personales de mandatarios que no acuden a la cumbre. Se prevé que en sus intervenciones los dirigentes fijen las posiciones de sus países, y anuncien los compromisos que reclama la comunidad científica para detener el calentamiento de la tierra.