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Una nueva biografía destapa su 'affaire' con la primera dama tras enviudar. JFK y su hermano también 'compartieron' a Marilyn Monroe
La carta de amor de Kennedy a su amante un mes antes de su muerte
En el 99 aniversario de su nacimiento, una casa de subastas saca a la luz los ruegos de JFK a una querida. Su precio de salida, 26.000 euros Philip Roth y Jackie Kennedy, un 'affaire' al descubierto
Hace pocos días que Marilyn Monroe la aventura más conocida de John F. Kennedy (y de su hermano Bob) hubiera celebrado su 90 años y el próximo 23 de junio una casa de subastas conmemorará los 99 años de JFK sacando a la luz diferentes objetos del presidente de los Estados Unidos. De todos los lotes, ya hay un objeto estrella. Se trata de una carta manuscrita por JFK en la que pide a una amante que vaya a visitarle. El texto reza así: "¿Por qué no sales de la periferia por una vez? Ven a verme, aquí o en el Cabo [los Kennedy tenían una residencia de verano en Cape Cod] o el día 19 en Boston. Sé que es imprudente, irracional y que podrías odiarlo o quizás no... y a mí me encantaría. Dices que es bueno para mí no tener lo que quiero. Tras todos estos años deberías darme una respuesta más cariñosa que esa. ¿Por qué entonces no dices simplemente que sí?".
Las cartas de Kennedy
La carta no está fechada, sin embargo se ha datado en octubre de 1963, es decir, un mes antes del magnicidio de Dallas. Aunque no tiene ningún membrete de la Casa Blanca, se cree que fue la secretaria de Kennedy, Evelyn Lincoln, quien se la encontró limpiando el despacho del malogrado político antes de que tomase posesión del cargo Lyndon B. Johnson. Sobre la mujer a la que estaba destinada, tampoco se sabe demasiado. Se cree que podría tratarse de Mary Pinchot Meyer, esposa de un agente de la CIA, que aparecería muerta en 1964. Un crimen que nunca se llegó a resolver. Se cree que Pinchot y el presidente se conocieron cuando ambos eran estudiantes, ésta incluso fue buena amiga de Jackie.
Las faldas siempre fueron la debilidad de los Kennedy. Y la mujer de Robert Kennedy bien lo sabía. Una nueva biografía sobre el senador por Nueva York a cargo de Larry Tye, periodista y escritor, asegura que Ethel Kennedy decidió aguantarse las infidelidades de su marido pero lo asumió como parte del contrato, como una especie de tradición, o más bien todo lo contrario, sabedora de que no había costumbre de monogamia en la familia más ilustre de la escala social estadounidense.Tye cuenta en su libro, Bobby Kennedy: The Making of a Liberal Icon, que el patriarca del clan de Massachusetts les inculcó una filosofía machista que hablaba de la necesidad de los niños de jugar mientras las niñas rezaban, en un juego de palabras en inglés con clara inclinación hacia la infidelidad como estilo de vida.De acuerdo al libro al que ha tenido acceso el diario británico Daily antes de su publicación -verá la luz el 5 de julio-, quería a su marido más de lo que hubiera creído posible y por eso fue capaz de pretender que no sabía nada sobre los constantes escarceos amorosos de su pareja. En ese sentido, lo que se ofrece es una confirmación de lo publicado hace unos años acerca de su lista de amantes, entre las que hubo nombres como la actriz Kim Novak, Lee Remick y Claudine Longet. También tuvo un affaire, supuestamente, con la más importante de la industria en ese momento, la atormentada Marilyn Monroe, dicen que al mismo tiempo que su hermano, el presidente John F. Kennedy.Sus gustos por las actrices de Hollywood le puede venir de su padre, Joseph, que tuvo un romance con la actriz del cine mudo Gloria Swanson, protagonista de El crepúsculo de los dioses, y que también tuvo su cadena de amantes pese a ser un hombre casado.Su primera vezTye también asegura que pese a ser un hombre puritano, el mayor de todos los Kennedy, eligió a una prostituta como primera experiencia sexual, una chica de Harlem que conoció con 21 años después de que su padre pagara por los servicios para que tuviera una experiencia con una mujer negra. Su dictamen tras probar fue que había estado bien, "pero tampoco algo fabuloso".Para entonces ya era claro que sus gustos iban por otros derroteros, que le gustaban las mujeres blancas, ricas y de cierta posición social, como Jackie Kennedy, su cuñada, una mujer con la que tuvo su aventura más delicada y la más documentada. De acuerdo a archivos del FBI, el hermano del presidente americano se entendió con la que sería la mujer de Aristóteles Onassis después de la muerte del mandatario en Dallas el 22 de noviembre de 1963.
Ambos mantuvieron el affaire de 1964 a 1968, una relación basada en el dolor por la pérdida de JFK y una amistad que se había labrado años antes. Tye explica en su libro que incluso llegaron a visitar juntos su tumba la noche del funeral de estado por su inesperado adiós.
Una entrevista en profundidad a Ethel Kennedy es la base de este libro. Ella no quiso entrar a comentar la posibilidad de que ese affaire se hubiera producido en realidad. Su relación con la ex primera dama nunca fue el todo buena pero sí declaró que puede que fuera esa amistad con Jacqueline Lee Bouvier la que ayudara a Bobby Kennedy a salir de la depresión que la causó la muerte de su hermano a manos de Lee Harvey Oswald.
Al parecer, esa muerte le afectó como pocas cosas en su vida. En los meses siguientes al asesinato en Dallas, Kennedy entró en un estado de depresión del que tardó tiempo en salir. Se rodeó de sus fotos, libros y recuerdos en su oficina, e incluso lucía la chaqueta de piloto de su hermano de forma constante, visitando su tumba en el cementerio de Arlington con mucha frecuencia. La secuelas de aquel asesinato fueron muy visibles en el físico de Kennedy. Perdió varios kilos, se empezó a morder las uñas y algunos dicen que llegó incluso a perder un poco la cabeza. Le gustaba visitar esa lápida como si aún estuviera vivo.
De todo ello fue testigo Ethel, con quien se casó en 1950 y con la que tuvo 11 hijos. La viuda Kennedy, que hoy tiene 88 años, ha sido capaz de vivir durante 50 años con la presión de todos aquellos rumores sobre la vida paralela de su marido. El autor de la nueva biografía explica que trató de bloquearlos, sin hablar nunca de las sospechas que circulaban a su alrededor, sabiendo que su marido al final siempre regresaba a casa, no tanto por ser un padre responsable sino atraído por ella. A su manera, siempre la quiso.
"También entendió que no importaba la iglesia a la que fueras y lo que dijeran sobre tener sexo fuera del matrimonio, no había tradición de monogamia en el clan Kennedy". Bien claro ha vuelto a quedar en este nuevo ejercicio sobre las maneras de la aristocracia americana.