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Nadia Khan guarda dos fotos de su hermana Sumbal en su gran bolso de cuero: una, sonriente, con los ojos luminosos y la vida por delante; la otra, muerta a manos de unos hombres armados por tratar de vacunar contra la polio cerca de los feudos talibanes de Pakistán.
Fue el 28 de mayo de 2013 hacia las 11H00 en Badaber, un pueblo infiltrado por los insurgentes en las afueras de Peshawar, en el noroeste, cerca de Afganistán. Sumbal, en el esplendor de sus 18 años, y su amiga Shirafat llevaban a cabo una campaña de vacunación de niños en una casa de tierra, a un lado de la carretera. De pronto, una moto se paró y el hombre sentado en el asiento trasero disparó contra ellas. Shirafat murió en el acto.
Acribillada a balazos, Sumbal fue transportada de urgencia al hospital. Nadia se precipitó permaneció en su cabecera, pero después de diez días en coma, su hermana sucumbió. "Estaba a su lado, se apagó en silencio", lamenta la joven. "La echo de menos, por ello llevo estas fotos conmigo".
Nadia, que también vacuna contra la polio, podría haberlo dejado después de la muerte de su hermana. Pero ha seguido recorriendo el mismo barrio para inmunizar a los niños contra esta enfermedad todavía endémica en Pakistán, cuyo noroeste se ha convertido en el principal foco mundial.
A principios de los años 2000, las autoridades paquistaníes pensaban que se había erradicado esta enfermedad rara que provoca parálisis en los niños. Las campañas de vacunación habían reducido el número de casos censados por UNICEF a 28 en 2005, frente a los más de 18.000 en 1993. Pero la epidemia volvió con fuerza a partir de 2008, registrando una cifra récord desde hace 15 años con 210 casos censados, es decir, el 80% de los casos del planeta que celebra este viernes el día mundial contra la polio.
Los casos se concentran en el noroeste, sacudido desde hace siete años por la rebelión talibán, que han convertido Peshawar en la 'capital mundial' de la polio. En estas regiones conservadoras y a menudo poco educadas, algunos piensan que las gotas de vacuna bebibles contienen cerdo y los musulmanes no pueden tomarlas; otros que producen esterilidad, y alimentan el rumor de que la vacunación es un complot occidental destinado a reducir la población musulmana. Esta desconfianza se ha acrecentado después del 'caso' Shakeel Afridi, un médico condenado por haber participado en una falsa campaña de vacunación contra la hepatitis organizada por la CIA en Abbottabad (noroeste) para confirmar la presencia de Osama Bin Laden, que fue finalmente asesinado en mayo de 2011 por un comando estadounidense. Desde entonces, al menos 60 vacunadores contra la polio han perdido la vida en el país.
- 'Yihad contra la polio' -
La otra víctima del ataque, Shirafat Bibi, 28 años, se iba a casar unas semanas después. Los seis dólares diarios que ganaba vacunando los iba a destinar a pagar su dote, pese a la oposición de su familia. Esa mañana del 28 de mayo de 2013, después de haber recibido una llamada para que vacunara a unos niños cerca de su casa, Shirafat abrazó a su madre. "Le dijimos que no fuera, pero ella respondió: 'es la última vez que lo hago. Prometo que después paro'", cuenta la anciana Gul Jubana, sentada en un destartalado lecho de madera en el patio de la modesta residencia familiar.
Tras su muerte, su familia ha recibido una indemnización y su hermano Bilal ha sido contratado para hacer el mismo trabajo. Ahora es él el que va a algunos barrios, con el miedo en las entrañas, para realizar lo que los vacunadores llaman aquí su "'yihad' contra la polio".
Estos hombres y mujeres, así como la policía que los escolta, muertos o heridos por los extremistas, son, junto con sus familias postradas por el duelo, los otros "mártires" de la polio. Están a merced del destino o de la mala suerte, al igual que las primeras víctimas de la enfermedad, los niños que se quedan sin vacunar por el rechazo de sus padres o porque no han tenido o han olvidado el recordatorio de la vacuna.
Hace un año, el pequeño Shakirulá corría alegremente en los arrabales de Peshawar. A principios de año, el diagnóstico fue inapelable: polio. Con dos años y medio, no puede ponerse de pie sin las dos férulas que le sujetan las piernas, atadas a un mueble de madera. "Los otros niños pueden jugar, pero este pobre niño sólo puede arrastrarse", lamenta su tío Rafiulá que, arrepentido, sólo tiene un consejo: "Vacunad a vuestros hijos".
Sin embargo, este año, 350.000 niños paquistaníes no serán inmunizados debido a la falta de seguridad para los vacunadores en los feudos talibanes, según las autoridades locales.