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Invento, innovación o diversión digital. En estos juegos se combinan microorganismos y tecnología e imitan a videojuegos clásicos. Puede ser de hecho el comienzo de una nueva carrera. De igual forma, logran captar el componente ético de controlar los personajes vivos como si fueran muñecos
Investigadores del Departamento de Bioingeniería de la Universidad de Standford han sido los pioneros en desarrollar este nuevo tipo de videojuegos que utiliza organismos unicelulares, como los paramecios, para enseñar.
Ingmar Riedel-Kruse, el genial biofísico detrás de este proyecto, logró crear diferentes tipos de juegos que utilizan la manipulación de organismos vivos como piezas de tablero en diferentes actividades. Los ya mencionados paramecios, que vistos en un microscopio se asemejan a granos de arroz, protagonizan partidos de fútbol en un juego bautizado Ciliaball. Allí los jugadores controlan los organismos mediante impulsos eléctricos que los orientan en una u otra dirección.
Ayudados por una interfaz virtual que se proyecta sobre la imagen captada por el microscopio, el equipo de Riedel-Kruse logró crear juegos que simulan clásicos de la historia como el pinball. En la máquina, el usuario le pega a la pelota con las palancas para evitar que caiga. En Biotic Pinball el jugador expele mínimas cantidades de una sustancia química dentro del contenedor de los paramecios, lo que genera que estos se alejen del fondo del tablero. Aprender jugando.
Hasta ahora no ha sido posible aprender y divertirse a la vez con videojuegos tan fácilmente. No obstante, ahora existen algunos títulos que permiten aprender de microbiología jugando.
Fold-It, por ejemplo, involucra diferentes caminos para combinar proteínas, mientras que en EteRNA los gamers proponen distintas estructuras moleculares para cadenas de ácido ribonucleico (de ahí el RNA del nombre del juego). Estos títulos gratuitos son utilizados mundialmente por profesores para enseñar biología a sus alumnos.
Aunque Fold-It y EteRNA no permitan a los usuarios controlar vida mientras juegan, son una muestra del acercamiento que están ofreciendo algunos científicos a su marco teórico y campo de investigación.
El equipo de Riedel-Kruse afirma que todos los que han estado en contacto con los verdaderos juegos bióticos han aprendido microbiología mientras se divertían y era de hecho el comienzo de nueva carrera. De igual forma, lograron captar el componente ético de controlar vida como si fueran muñecos.
Los videojuegos bióticos conllevan una discusión ética en la sociedad. Es que, si bien están lejos de lo que es una pelea de perros, implican una revisión importante de valores, pues se trata del manejo de organismos vivos en función del entretenimiento humano. hay que captar y respetar los derechos unicelulares.
A pesar de que ninguna organización se ha plantado contra los videojuegos bióticos, son muchos los que consideran estas actividades como poco éticas. Liviu Gaita, una veterinaria rumana que forma parte del movimiento PETA (en inglés es la abreviatura de Personas por el Trato Ético de los Animales) y sostiene que este tipo de juegos “alimenta la idea de que los seres humanos no son parte ni tienen responsabilidad ante el universo biológico, sino que dominan ese universo o dicho de otro modo no son sino dueños”.
Los videojuegos bióticos alimentan la idea de que los seres humanos biológico, manipulan ese universo”, resume Liviu Gaita, la veterinaria rumana que lidera el PETA.
Desde la otra vereda, Riedel-Kruse explica que existe un gran interés de la sociedad por esta mezcla de microorganismos y videojuegos, una combinación que atrae tanto a niños como a adultos. Para el científico no se trata solo de un juego, sino que se utilizan todos los sistemas de la investigación para enseñar distintos aspectos de la microbiología.
Por ejemplo, uno de los juegos del equipo de Stanford busca recrear el vértigo de los hipódromos aplicado a la microbiología. Utilizando una técnica de laboratorio llamada reacción en cadena de polimerasa, la cual permite a los científicos crear millones de copias de ADN en poco tiempo, los jugadores pueden apostar en tiempo real sobre cuál de los organismos se reproducirá el primero.
Más allá del fin didáctico de estos juegos, es claro que son cientos de miles los microorganismos que mueren por culpa de los seres humanos a diario, por ejemplo, durante la higiene del hogar o la propia.
Según Riedel-Kruse, estas investigaciones ayudarán a empujar el debate bioético y separar con exactitud argumentos razonables de emociones personales.
Lo que los investigadores de la Universidad de Stanford pretendían inventar que desarrollar un videojuego, que fuera un coctel de tecnología y biología. En estos juegos, los jugadores deben controlar con sus mandos a paramecios, colonias de células o procesos moleculares, para conseguir que éstos metan goles, se coman bolitas o ganen carreras, al más puro estilo de los videojuegos clásicos. La intención de los científicos es que estos videojuegos bióticos sirvieran para dar a conocer sin darse cuenta la biología invisible a niños y mayores, a través de la innovación.
Una pequeña cámara (objeto en blanco y verde) se sitúa sobre la cámara de fluidos que alberga los microorganismos de los juegos.
La revolución digital ha propiciado la proliferación salvaje de videojuegos. Ahora, en este terreno ha irrumpido también otra disciplina del conocimiento aparentemente alejada: la biotecnología.
¿Pero cómo? Simplemente, añadiendo paramecios, moléculas o células a la tecnología de los videojuegos. De esta forma, un bioingeniero Ingmar Riedel-Kruse de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, ha creado los primeros “videojuegos bióticos”.
Según explica la Universidad de Stanford en un informe, Riedel-Kruse espera que este logro suponga avances para la educación, proporcione recursos diferentes de investigación a los laboratorios, y eleve el nivel del debate público sobre temas relacionados con la biotecnología.
En los videojuegos bióticos, las acciones de los jugadores influyen sobre el comportamiento de microorganismos vivos a tiempo real. Para ello, estos videojuegos implican a procesos biológicos y organismos unicelulares (como los paramecios), y los combinan con la biotecnología.
El objetivo de los videojuegos bióticos es que los usuarios, sin tener que realizar experimentos formales en laboratorio, se involucren y diviertan interactuando con los procesos biológicos.
Según Riedel-Kruse: “esperamos que jugando a videojuegos con elementos biológicos, a escala demasiado pequeña como para ser vista por el ojo humano, la gente se de cuenta de hasta qué punto los procesos biológicos son asombrosos, y sienta curiosidad y ganas de conocerlos mejor”.
El inventor de la universidad de Stanford manipuló diversos organismos vivos como piezas en un tablero de ajedrez
Los videojuegos bióticos, por tanto, podrían servir para fines educativos (para aprender biología), y también para realizar experimentos al tiempo que se juega, incluso en el entorno de los laboratorios.
Los paramecios comecocos son organismos unicelulares comúnmente utilizados en experimentos tanto escolares como profesionales.
Riedel-Kruse y sus colaboradores han creado ya ocho videojuegos bióticos distintos que se agrupan en tres tipos, según impliquen procesos biológicos a escala de células individuales, a escala molecular, o a escala de colonias celulares.
En el desarrollo de estos videojuegos los científicos han imitado a algunos videojuegos clásicos, como el Comecocos o PacMan (en este caso bautizado como PAC-mecium) o el PinBall (ahora Biotic Pinball).
El diseño básico de los videojuegos del primer tipo es el siguiente: los paramecios, son introducidos en una pequeña cámara de fluido por la que se pueden mover libremente. Una cámara de video situada muy cerca de este receptáculo registra imágenes en directo de los microorganismos, y las envía a una pantalla en la que aparecen, además de los paramecios, los videojuegos superpuestos.
Por último, un microprocesador se encarga de registrar los movimientos de los paramecios y de señalar las puntuaciones obtenidas en cada juego.
La función de los jugadores es controlar a los paramecios utilizando mandos muy similares a los de los videojuegos tradicionales. Así, por ejemplo, en el PAC-mecium, lo que el usuario debe hacer es controlar la polaridad de un campo eléctrico suave que se aplica a la cámara de fluido
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Los cambios en dicha polaridad influyen en los movimientos de los paramecios, y son los que consiguen que los microorganismos toquen las bolas que aparecen en pantalla. Cada vez que tocan una bola, ésta desaparece, como si se la “comieran”, de manera muy similar a lo que sucede en el “Comecocos”.
Microorganismos que saben jugar al fútbol
En el juego Ciliaball, los movimientos de los paramecios deben dirigirse hacia una pelota que cuando entra en “contacto” con los cilios de estos microorganismos, sale disparada hacia una portería.
En otro juego, el Biotic Pinball, el jugador introduce oleadas ocasionales de una sustancia química en el fluido de la cámara que contiene a los paramecios, para provocar que éstos vayan en una dirección u otra.
Riedel-Kruse aclara que los paramecios, al ser organismos unicelulares, carecen de cerebro y, por tanto, de la capacidad de sentir dolor.
Según el científico, “estamos hablando de microbiología, de formas de vida muy primitivas. En estos juegos no utilizamos ningún organismo de nivel elevado”. Aún así, explica el investigador, esta cuestión ha surgido con muchos de los jugadores que han probado los videojuegos bióticos, lo que hace pensar que éstos pueden ser una buena herramienta para estimular discusiones escolares sobre temas bioéticos.
La nueva tecnología podrá controlar los videojuegos con los ojos o con la mente por lo que será útil para muchos minusválidos
Ahora va a ver un nuevo sistema de clasificación de videojuegos por edades. Un sistema informático pretende convertir una sala de juegos en un espacio de realidad virtual y un ordenador ayudará en fecha próxima a crear nuevas proteínas.
En lo que se refiere a los videojuegos del nivel molecular, los científicos han desarrollado un juego que implica una técnica de laboratorio común, la llamada reacción en cadena de polimerasa, que es un proceso automatizado que permite a los científicos hacer millones de copias del ADN de un organismo en tan sólo dos horas.
En dicho juego, bautizado como PolymerRace, el jugador se conecta a una máquina que genera diversas reacciones en cadena de polimerasa, simultáneamente. Mientras estas reacciones se producen, habrá carreras a escala molecular y el jugador puede apostar sobre cuáles serán las más rápidas.
Según Riedel-Kruse, “el juego PolymerRace está inspirado en las carreras de caballos, donde tienes diferentes jinetes que corren con diversos caballos”. Esto mismo ocurre en PolymerRace, pero a nivel biomolecular.
También oler
El tercer tipo de videojuegos bióticos utiliza colonias de células de levadura que los jugadores deben distinguir por su olor característico (y que cualquiera puede experimentar sólo con entrar en una panadería).
La idea, explica Riedel-Kruse, es que mientras juega al videojuego, el usuario interactúe con materiales o procesos biológicos reales. Este aspecto podría motivar a los niños e incluso a los adultos para aprender más sobre biología y sobre biotecnología, disciplinas cada vez más importantes y con mayor número de aplicaciones. Los científicos han publicado sus avances en la revista especializada Lab on the Chip
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Los nuevos videojuegos desde la perspectiva de los padres
Un estudio realizado por la empresa la empresa Sony, hacia los padres de EE.UU ha tiempo, mostró resultados sorprendentes.
En el estudio que trató sobre la mejora del pensamiento de los padres acerca de los videojuegos. Los padres decían que antes no les gustaban que sus hijos jugaran los videojuegos, pero al final o después de algún tiempo, el 70% percibía la mejora de sus hijos en distintos ámbitos, como la habilidad de encontrar solución a problemas, la rapidez para generar una estrategia y pensar de manera más rápida, pero cada padre decía que controlaba la cantidad de horas que sus hijos jugaban, para evitar asì que se convierta en un vicio.
Pero eso no es todo, hay más datos que han sido revelados en este estudio. Según el mismo, ha mostrado que el 87% de los padres juegan junto a sus hijos y que el 80% dice comprar los videojuegos a ellos.
Los datos mostrados me parecen increíbles, y al verlos algunos jóvenes decidieroní a hacer una encuesta a los padres de mis conocidos. Y los resultados son totalmente diferentes a los expuestos en la encuesta anteriores.
Aquí les presento uno de los fragmentos de la primera entrevista a un padre: "Los videojuegos pueden a volver adictos a nuestros hijos. Siempre y cuando permanezcan demasiado tiempo frente a una consola de videojuegos. Por ello, es nuestro deber supervisar y controlar el tiempo que dedican a los videojuegos, pues muchas veces se sumergen demasiado en este mundo virtual, que dejan de lado sus estudios, su salud, su vida social y el contacto directo con las personas. Por otro lado, los videojuegos también pueden brindar grandes beneficios al desarrollo intelectual y motriz a nuestros hijos".
Todos los padres a partir del 2013 han aplaudido los videojuegos bióticos como medio de seguir hacia adelante con algo nuevo.