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El Torrontés, un vino blanco frutado genuinamente argentino que desde hace siglos se cultiva en las mesetas del noroeste del país, donde están los viñedos más altos del mundo, ha logrado con su dulzor conquistar nuevos mercados, particularmente el norteamericano.
En la provincia de Salta, el Torrontés se desarrolla en las montañas de los valles Calchaquíes que alcanzan 3.000 metros de altura. Mientras que las otras cepas cultivadas en Argentina -como el Malbec, Cabernet Sauvignon o Chardonnay-, vienen de Europa, el Torrontés se jacta de ser auténticamente argentino.
Su origen se remonta a los tiempos de la colonización, cuando misioneros españoles cruzaron el Moscatel de Alejandría y el Criolla que habían traído hasta Argentina, según reza la leyenda vinícola de este país sudamericano.
"Quien dice misionero, dice Iglesia, y quien dice Iglesia, dice vino. Implantaron viñedos por todos lados para poder hacer el vino de misa", explica Thibaut Delmotte, un enólogo francés que trabaja desde hace unos años para la bodega Colomé, ubicada en Molinos, un pueblo a 1.500 km al noroeste de Buenos Aires.
"Estamos seguros de que (los conquistadores) venían con Moscatel de Alejandría, estamos seguros de que venían con Criolla, no sabemos si vinieron con el Torrontés o si se formó naturalmente en los viñedos", dijo el enólogo.
Para acceder a la bodega Colomé, en la provincia de Salta, hay que tomar una ruta de tierra. Sus viñedos, situados entre 2.300 y 3.100 metros en las montañas de los valles Calchaquíes, son los más altos del mundo.
El lugar ofrece condiciones ideales para el cultivo de una cepa que nació en esta región de Argentina. El Torrontés es un vino con muchos aromas como durazno y jazmín, y cuyo sabor particular debe mucho a la altura, explica Delmotte.
"Tenemos jornadas de mucho sol pero con temperaturas no tan altas, 28, 30 grados, lo que no quema demasiado los aromas. Y las noches son muy frías, lo cual nos permite conservar la acidez de la uva y la frescura del vino", afirmó.
- Con Asia en la mira -
Exceptuando algunos viñedos aislados en Chile y Uruguay, el Torrontés sólo se cultiva en Argentina y principalmente en la provincia de Salta. Existen únicamente tres tipos: el riojano, el más famoso y considerado el mejor, el mendocino y el sanjuanino.
Muy conocida entre los argentinos, la cepa vive desde hace unos años un creciente éxito, como resultado de una larga campaña de promoción en la década del 2000.
En 2013, Argentina exportó 8, 6 millones de litros de Torrontés, prácticamente el doble de lo que exportaba en 2005, según datos del Observatorio del vino argentino.
Y el primer destino para esta cepa es América del Norte. Estados Unidos representó 28% de las exportaciones entre enero 2013 y marzo 2014, por delante de Canadá, con 15%.
Mientras tanto, desde el lado asiático, China, Taiwán y Singapur figuran como nuevos importadores de Torrontés.
Las cifras aún están muy alejadas de las exportaciones de Malbec (114 millones de litros en 2013) o incluso del Chardonnay (15 millones de litros), pero este fuerte crecimiento hace pensar que el Torrontés no será sólo un producto a pequeña escala, lo cual ilusiona a los productores.
La originalidad de ser un vino 100% argentino es un argumento comercial de peso: "Todo el mundo trata de diferenciarse en el competitivo universo del vino", explica Mario Giordano, director general de la organización Wines of Argentina, por eso "el Torrontés nos da la posibilidad de distinguirnos", aseveró.
En Cafayate, pequeña ciudad turística al pie de los viñedos, se regocijan por el entusiasmo que despierta la especialidad local entre turistas extranjeros.
El Torrontés, que no se conserva más de dos años, es especialmente adecuado para degustarse con platos de pescado crudo como el ceviche o el sushi.
En Francia, el restaurante Bras (Laguiole, centro sur), que ostenta tres estrellas en la guía gastronómica Michelin, el sommelier argentino Sergio Calderón sirve a los comensales Torrontés con tartaletas de setas.
"El Torrontés es una cepa singular que tiene parecidos desde el punto de vista aromático con los Moscatel, Viognier. Es un vino que se aprecia por su carácter aromático, muy liviano en la boca, lo que lo vuelve ideal para el aperitivo", recomienda el argentino.