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En la vida de un niño sordo, los primeros seis meses son un periodo crítico, por lo que la atención temprana permite que desarrollen su lenguaje oral y de signos en forma normal, señaló Nuria Silvestre Benach, investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona. Durante su exposición en el seminario “Las implicaciones de la sordera en las criaturas sordas y en los entornos educativos”, realizado en la Universidad Autónoma Metropolitana, puntualizó que 80 por ciento de los sometidos a tratamiento antes del referido tiempo desarrollan un lenguaje oral a los cinco años. Asimismo, resaltó que “no es un problema que limite el desarrollo de los pequeños”, pues sólo significa que “quizás no puedan llegar a ser cantantes de ópera, pero sí desenvolverse en la universidad”. La reconocida investigadora catalana explicó que este sector de la población sólo tendrá como diferencia “aprender el lenguaje oral por mecanismos distintos al de los oyentes”, y gracias a los avances tecnológicos y socioeducativos en la atención temprana su retraso en la adquisición del lenguaje oral se reduce. Recordó que estos pequeños no tienen limitaciones, la diferencia radica en que “llegarán más tarde a la adquisición del lenguaje oral, dependiendo de las diversas condiciones”, y aseguró que “no se puede admitir que la sordera implique un retraso cognitivo porque el solo hecho de que haya algunos con un desarrollo mayor lo confirma”. En un comunicado, dijo que los primeros seis meses representan una etapa crítica para encontrar una solución, porque en este periodo se presenta el desarrollo lingüístico de vocalizaciones más expansivas y de experimentación. A diferencia de un menor que nació sordo, aquel que perdió la audición tiempo después, pero que le permitió adquirir los elementos más importantes en el lenguaje oral, tiene un problema limitado. Mencionó que la sordera de percepción de nacimiento puede detectarse poco tiempo después del alumbramiento –incluso al segundo día–, por conducto de una serie de evaluaciones. Empero, deberán llevarse a cabo más pruebas al mes y a los seis meses de edad para tener un diagnóstico definitivo.