¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Construyendouna escriba una noticia?
Y nunca lo he sido. Desde que estoy en reposo muchos han sido mis intentos de seguir los consejos de muchas de mis amigas, de pretender visualizar un futuro perfecto en el que mi Pizquita nacía a término y estaba entre mis brazos.
Recuerdo las primeras semanas de reposo tratando de visualizar un final feliz, incapaz de proyectar una imagen nuestra fuera del útero. Lo único que conseguía era verme con alguno de mis hijos nacidos en brazos, dando el pecho a mi Bichito o a mi Pequeñín, sentada en la hamaca de su habitación, meciéndonos, mientras el sol iluminaba la estancia. Precioso momento vivido con ambos y yo no era capaz de sustituir a alguno de ellos por su hermana pequeña. Lo intentaba y no podía.
Pensé que necesitaba su rostro, saber cómo era exactamente, que era muy difícil imaginarse aquel momento si cuando bajaba la cabeza y miraba a mi bebé, no tenía cara. Así que volví a intentarlo después de hacerme la ecografía 4D, pero nada, no había manera. Sólo podía y puedo imaginarme a mi pequeña nadando en mi útero, dormida o revolucionada cuando me tomo algo dulce, unida a mí por ese maravilloso cordón. Pero más allá del hoy, del ahora, no soy capaz de proyectarlo.
Creo en la fuerza de las personas, en mi yo interior, pero, aunque respeto muchísimo a aquellas personas que así lo creen, soy incapaz de ir más allá, de creer en la existencia de otras fuerzas, de atribuirles poderes a determinadas personas u objetos. Respeto mucho el trabajo y las creencias de otras personas, escucho con atención todo lo que me han aconsejado, pero soy más de poner post-it por la casa diciéndome que "Todo va a salir bien" que ser capaz de visualizar un futuro cercano en el que mi Pizquita había nacido a término y estaba entre mis brazos.
Hace poco leí un post de Inma sobre "La importancia del camino" y me valió para reflexionar sobre el tema. Mi comentario de aquel post fue el siguiente:
La mayoría de las cosas que hacemos las hacemos para obtener resultados y muchas veces resultados inmediatos. Si no los vemos a veces nos desesperamos. Desde luego hay que disfrutar de ese camino mientras se recorre, de ese sendero que nos lleva a lo alto de la montaña.
Aprendí que la cima de la montaña es el final de la vida, que cada día es un nuevo sendero, que cada hito un pequeño pico.
Disfruto de mi camino junto a mi marido, junto a mis hijos y dentro de poco se incorporará un nuevo miembro. Mi familia es mi equipaje y mi mejor compañía para este camino que es mi vida.
Será que no puedo imaginarme ese futuro porque mi vida está en el presente y mi forma de plantearme y vivir la vida, está en el hoy, en el ahora.
Muchos de vuestros consejos y de mis amigos me han valido para conectar mucho más allá con mi Pizquita, bastante más de lo que cabía imaginar. Conocer la posición que tiene en el útero han elevado nuestra unión a un plano más íntimo y percibo sus movimientos de una forma totalmente distinta. Aunque lo intento sigo sin ser capaz de visualizarme en brazos con mi hija, pero mientras lo intento disfruto rememorando aquellos momentos que he vivido cuando mis dos hijos nacieron.
Así que sólo me queda afirmar que yo no soy tan mística, pero ¿y vosotros?